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Hace ya tantos años…
se apago la luz de tu vida
oscureciendo mis caminos
y quedo mi alma abatida.
Yo era un joven venido a niño,
temeroso ante lo que vendría,
por lo que traería el destino…
¿Quien tanto me querría?
Tantos años esperando
al menos ver tu fantasma,
y solo tengo el recuerdo
de los últimos gestos de tu cara.
Hace tanto tiempo,
me haces tanta falta…
ya nunca fue lo mismo
sin tu presencia en la casa.
Cuantos años de espacios vacíos,
que no llenaron otras cosas;
cuantas lágrimas en los ojos,
que las mejillas no mojan.
Es que no tiene suplencia
el amor de la madre a un hijo,
nada llena su ausencia,
nada de ese dolor tiene olvido.
