Me siento como una estrella fugaz,
no puedo ver mi propia luz,
siempre huyendo a ningún lugar;
siempre cayendo sin caer.
Hoy nada puedo dar,
oscuro por dentro, mi ser,
sólo puede lastimar;
nada me hace bien.
Es más terrible la soledad
cuando uno carga su propia cruz,
cuando uno se ha dejado amar
y sin pensar, amó con todo su ser.
¿Quien no ha deseado en verdad?
compartir,vivir la vida de a dos,
soñar que se puede alcanzar
la felicidad con tanto querer.
No es fácil construir un hogar,
mantener en alto la pasión,
sin que la rutina lo eche a perder;
no es fácil volver a amar.
Y espero que seque la hiel
que amarga y cierra mi alma,
que la sonrisa retorne con la calma,
entonces de nuevo podré querer.
Cuando todo llegue a su fin
por la avasalladora ambición,
que todo lo habrá consumido;
yo no estaré en la fila ruin,
de los que buscando redención,
peregrinan juntos, sin sentido.
No estaré entre los que creen
que un celestial superior,
salvará a los arrepentidos.
No escaparán los que lloren,
no habrá refugio en el perdón
ni los inocentes serán eximidos.
Porque la naturaleza del hombre
lo lleva a su propio armagedón
y no será la lágrima de un niño
escudo para la hecatombe,
no habrá premio para el vencedor;
el bien y el mal serán vencidos...
Culpables, cómplices y distraídos,
suplicarán por el amor...
y vaciarán sus bolsillos.
Pero será demasiado tarde.
Mis alas ya están colgadas,
mis sueños los he perdido;
del pasado no queda nada,
del futuro no hay testigos.
Ya está seca la pradera
y solo camino por el desierto.
Son navajas los sentimientos
que ya no me desesperan.
No mires lo que soy,
no mires lo que fui,
no hay nada que mirar;
sólo verme partir
hacia ningún lugar.
No juzgues mi dolor
o todo lo que viví;
no es fácil dar amor
ni aceptar tener que sufrir.
Ya no vuelo...
Ya no sueño...
Ya no amo...
Ya no quiero vivir.
Pero no temas mi destino,
seguiré en este camino,
sin saber a donde ir.