Me soñé haciendo un viaje por tu cuerpo,
que aventura de vértigo y extraña travesía,
descendiendo mis dedos por tu azabache pelo,
con la suavidad y el tremor de la pasión que domina.
Una pradera que peina mi alborotado aliento,
en busca de sentirte plenamente mía.
Buscando sediento el oasis en tus labios,
obnubilado por la luz que irradia tu mirada
y luego ansioso y sin mediar oprobio,
subo plácido a descansar en tus montañas,
para sentir que casi puedo tocar el cielo.
Me soñé bajando al sendero plano de piel clara,
abriéndome hacia tu valle un mágico camino.
Atenazándome tus brazos la espalda,
como a un brioso corcel la rienda le da destino,
me empujabas a entrar a tu húmeda morada
y llevar nuestro numen en un solo sentido.
Tus largas piernas, enredadas en las mías,
como hiedras haciéndome prisionero,
eran música los gemidos y amor lo que sentías,
cuando amarte y que me ames era todo mi deseo.
